30 de junio de 2018

Numerosos elementos de mobiliario urbano, generalmente de acero, condicionan nuestra forma de vivir y percibir el espacio público. Nuestras ciudades están llenas de estos ejércitos silenciosos, pero su presencia tiende a ser normalizada.

La Plaza de las Brigadas Internacionales es un espacio compartimentado, por las pequeñas vallas de los parterres, el terrizo del arenero que se encharca cuando llueve, el sumidero de una fuente que no traga y crea un riachuelo resbaladizo, la rampa de acceso a un aparcamiento subterráneo jamás inaugurado que divide la plaza… y sobre todo los 205 bolardos, ubicados en diferentes lugares, donde… ¡¡Taránnn!! ¡¡No hay transito de vehículos!! Excepto algún triciclo o patinete conducido por niños o niñas de entre dos y seis años. ¿Dificultan todos estos elementos la comunicación y la convivencia? ¿Realmente necesitan los vecinos y vecinas de Vicálvaro 205 bolardos en esta plaza? ¿Pueden jugar los niños y niñas libremente en un espacio urbano tan fragmentado? 

Estas son algunas de las preguntas que el equipo de Plantación de la Memoria lanzamos con ¡ATENCIÓN BOLARDOS! Una serie performances colaborativas y juegos urbanos que se desarrollarán en varias fases. Nuestro primer encuentro de la serie se celebró el día 30 de junio y el espacio intervenido fue el arenero de terrizo en los Jardines de las Brigadas Internacionales.

Desde el primer momento, delimitando el perímetro de la intervención con nuestro particular cartel de ¡Atención obras! saltaron las alarmas: -¡Por fin se va a hacer algo con esta plaza! ¿No me digas que van a hacer obras?- Fueron algunos de los comentarios que escuchamos durante la performance. Con nuestra explicación de “Esto es una obra, pero una obra artística” hubo algunos suspiros de tranquilidad y algunos hombros encogidos por la decepción.

Y es que nunca llueve a gusto de todos, pero el juego continúa…

Comenzamos a tejer la plaza con grandes ovillos de algodón que fueron desplegándose hasta formar un entramado que funcionaba, por un lado, como espacio de juego, y por otro, como una barrera para atravesar el territorio. También pudimos escuchar algunos audios donde vecinos y vecinas recuerdan cómo fue ese espacio en otros tiempos, y comparten sus opiniones sobre las posibilidades urbanas que tiene la plaza.

¿El resultado? Juego, diversión y algunos pequeños conflictos. La performance puso de manifiesto que los problemas sociales y de convivencia en este paisaje son una realidad latente. Pero también hubo momentos hermosos, como la necesidad de colaborar haciendo un nudo cuando te quedabas sin cuerda en el centro del arenero, o posteriormente, al deshacer el tejido y ovillar los hilos, vecinos y vecinas se descubrían cada uno con un extremo, en un encuentro fortuito que despertaba las sonrisas de todos.

Estas performances pretenden ser un punto de reflexión crítica y lúdica. Una actuación previa a nuestra futura intervención física que intentará unificar el espacio y suavizar algunas de estas barreras urbanas.

 

Texto: David Carrasco y Jana Pacheco

Fotos: David Carrasco y Rubén H. Bermúdez

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