Actividad realizada con participantes del Centro de Mayores Daroca.

En el desarrollo de nuestro proyecto venimos trabajando sobre dos ejes temáticos centrados en la memoria. Uno que podríamos llamar “objetivo”, integrado por la información cotejada, documentada en archivos como el Museo Vicus Albus; piezas materiales que describen una memoria historicista del barrio. Y otro que podríamos llamar “subjetivo”, formado por las vivencias personales, la evocación, las imágenes guardadas por las personas. Estos recuerdos son imprecisos, parciales, erráticos. Tienen lagunas. Quizás algunos están deformados por el paso del tiempo, por la diversidad de los puntos de vista, por las emociones. Son recuerdos mentales pero también están grabados en el cuerpo, son sensaciones.

Nuestro abordaje comenzó por la modalidad de entrevistas individuales; paseos por el barrio para dejar fluir los recuerdos de quien nos conduce hacia el pasado a través de las huellas que conforman el presente. Recorremos el barrio de hoy para reconstruir el barrio de ayer: la plaza donde alguien venía a coger el agua por las noches, el solar donde había un baile de verano, el patio de la parroquia donde los niños jugaban después de la misa de once… Y a partir de esos puntos concretos dejamos fluir los relatos y los grabamos en audio.

La siguiente estrategia, que estamos desarrollando en paralelo, incorpora a los participantes del taller de memoria que coordina María Luisa Moreno, terapeuta ocupacional del Centro de Mayores Daroca. Allí acuden vecinos y vecinas del barrio para mantener las habilidades cognitivas, en particular las de la memoria a corto plazo. Nuestra actividad en cambio va orientada hacia la memoria lejana. A través de juegos con diversos disparadores (frases para completar, canciones, palabras…) invitamos a los participantes a contarnos recuerdos sensoriales: el plato preferido de su infancia, la tela del primer vestido, la música de un baile de juventud, las penurias del invierno, el perfume de las frutas… siempre asociando esas vivencias al espacio compartido, al barrio. En este caso las conversaciones son colectivas, crecen con los aportes y a veces las contradicciones de los demás. Y en ese cruce de miradas personales aparece un pasado común.

En su ensayo “Cuerpo, Memoria y Olvido” Rodrigo Parrini se pregunta y nos pregunta: “Hoy, cuando alguien recuerda a través de su cuerpo y con su cuerpo, y relata su vida, que está marcada de alguna forma sobre su cuerpo, ¿hace memoria sólo de algunos avatares individuales, de una biografía particular y circunscrita?, ¿o hace y construye la memoria de un sistema social que se encarga de dejar huellas sobre el cuerpo de algunos?”. Esta es una de las preguntas sobre las que nuestro trabajo, todavía en su fase inicial, nos permite indagar. Poco a poco, ese otro Vicálvaro invisible, empieza a poblarse de voces.

Texto: Diego Sabanés

Fotos: Ainhoa Urcelay / Diego Sabanés

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