Bajo un cielo gris amenazante pero sin viento, el pasado domingo 18, vestimos el solar de Opañel entre todas. Contamos con la colaboración de las mujeres de Tejiendo Carabanchel y con el Nodo de producción de Carabanchel

No es que este solar precise demandar suerte, pero los rituales unen así que, círculo de hermandad, buenos deseos con judías pintas, lacasitos de amor y ¡vamos, no vaya a llover!

De forma natural se organizan los grupos. Cintas de colores, patrón a seguir, manos cariñosas, cabezas pensantes, sacos de paciencia y anuda, mide, cuenta y vuelta a empezar para que ese esquinazo, el más transitado, luzca galano y colorido.

Unos metros más allá, instrucciones precisas para levantar ese contenedor de espigas veraniegas que se gestan en otoño y que no precisan ese agua que todavía no hay. Ires y venires, gente en cuclillas ayudándose, un aprieta aquí, un dónde está la llave, un pásame ese taco. Calzando aquí y empujando allá se consigue cerrar el nonágono. Y entre tanto, cabeza arriba para mirar al otro grupo, para mirar a la gente que se para, ¿qué harán estos? Hay expectación en el barrio.

¡Pues al final no ha llovido! Hasta las nubes colaboran.

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