Jardín Visual, 17 y 24 de marzo.

Estos dos talleres se han dedicado al sentido de la vista, el dominante en el ser humano y que eclipsa a todos los demás. Los estímulos visuales tienen tanta capacidad de influencia que, a veces debido a su cantidad, impiden la concentración en una sola cosa. Por ello los talleres se han centrado en la visión interior y la imaginación que nos permite ver sin usar los ojos.

Un decágono de madera va a enmarcar el camino que lleva de fuera hacia dentro de nosotros mismos, hasta nuestro centro y desde ahí poder mirar, ver y observar lo que nos rodea. Mientras unos atornillan la madera y ponen arena otros pintan los adoquines de colores que van a dibujar la ruta. Los más pequeños protegen con aceite de linaza las cajas que la semana siguiente se convertirán en mesas de cultivo.

Y por fin llega la época que el jardín esperaba. Sol brillante, días claros y tibios. Las vecinas y vecinos tenemos motivación y ganas de hacer. Hacer en comunidad, conociéndonos, intercambiando habilidades, saberes y sonrisas. De esta manera se han preparado las cajas contenedoras de flores vivas que han acabado pintadas y con buena cara. Sugar, vecina, diseñadora y partícipe desde el principio en el proceso, se anima a dar color a las cajas de piezas de volkswagen que se han convertido en jardineras.

Se plantan flores de diferentes colores. No muchas, que el jardín se está iniciando y hay que ver cómo avanza. Además hay que crecer, no se puede hacer todo ahora y de momento se puede ver con la imaginación. Pequeñas criaturas artistas del barrio con cartulinas, ceras y rotuladores van creando flores, columpios, árboles y hasta un campo de futbol. Resultado: una exposición de dibujos tendidos entre dos árboles y una recomendación de Juego de Troncos, mirad los dibujos de vuestros hijos.

Un pequeño grupo con una acertada vocación de crecer se centra en los adoquines de colores del laberinto para nivelarlos con la arena, que en seguida la chiquillería empieza a recorrer.

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