Aunque a estas alturas es difícil que alguien no lo sepa, cada mes de nuestra estancia en Rutilio Gacís está dedicado a trabajar un tema en particular: el vecindario, la compañía, el descanso, la fiesta, el cambio... En el caso de noviembre el que nos apetecía abordar era la Memoria y queríamos hacerlo junto a vecinxs y amigxs. Qué mejor que volver a organizar una radio-verbena en la plaza con tal motivo.

A diferencia que en otras ocasiones, la verbenita otoñal sería una verbena de interior; resultaba difícil realizarla al aire libre, ya que teniendo los termómetros menos animados que en semanas precedentes no queríamos que nadie terminase pillándose un resfriado. De ahí que decidiéramos hacer de nuestro pequeño local-estudio, ornamentado y bien repleto de flores para la ocasión, un cálido y acogedor lugar donde sucedieron el grueso de las actividades de esta fiesta matinal cuyo desarrollo podía seguirse dentro o fuera del local -gracias a nuestro equipo de sonido-, en la plaza, donde una zona de juego se desplegó para los menos frioleros.

El primero en ponerse ante el micrófono fue nuestro compañero Johan, mediador de En Sintonía, que pronto anunciaría que esta sería una jornada dedicada a "las imágenes, los sonidos y las vivencias que nos quedan en la mente", elementos responsables de "esa construcción común que es el relato que nos queda y que llamamos recuerdo." Después, recibiríamos a nuestro primer invitado del día: Juan Cuellar, conversador entusiasta, artista audiovisual y vecino del barrio. Juan vino a hablar de Veinte añitos, un proyecto en ciernes de documental colectivo, el cual coordina junto Abraham Heredia, con motivo del inminente vigésimo aniversario (1999-2019) de la crisis económica que tanto afectó a Ecuador, país del que es oriundo. Una crisis, nos contó, cuyo impacto es clave para entender las circunstancias que llevaron a una buena parte de la población ecuatoriana a devenir migrante. Juan hizo un llamamiento público a todas aquellas personas que vivieron ese episodio para poder hacer un retrato plural de toda una generación, al tiempo que para hablar de Madrid y de España desde la perspectiva de las comunidades migrantes.

Acto seguido pudimos descubrir otra iniciativa muy especial que se ha realizado en los últimos meses en el marco del programa Mirador Arganzuela: Memoriae, un proyecto impulsado por Ángeles Oliva y Toña Medina, dos nombres bien conocidos por los aficionados a la radio-creación en esta ciudad. Ambas, en colaboración con Nacho Bilbao, han decidido tomar como punto de partida la memoria de varios mayores del distrito en una serie de talleres que pretenden vincular a dichas personas con adolescentes que como Diego, Daniel, Ángel y Alejandra acompañaron a Ángeles en su visita a nuestro estudio compartiendo sus aprendizajes y experiencias así como las fascinantes píldoras sonoras que elaboraron durante los mencionados talleres.

En una línea similar de trabajo, a través de talleres y elaboración de cartografías, pero haciendo un mayor hincapié en el componente político de la historia reciente de este país, continuamos con la entrevista que nuestro compañero Massi mantuvo con la productora cultural Vanesa Viloria, co-responsable junto a Manuela Bergerot, experta en políticas públicas de memoria histórica, de Jóvenes y Memoria, un proyecto a favor del derecho a la memoria de las nuevas generaciones, incentivando su participación a fin de que conozcan el relato de hechos generalmente silenciados, como por ejemplo los que rodean la biografía de una vecina de Arganzuela como es Juana Doña, activista feminista y antifranquista que a día de hoy cuenta con una calle el barrio, en la que hasta hace poco era conocida como Batalla de Belchite.

Por su parte, el compañero Pedro fue el encargado de presentar a Los mayores también cuentan, un grupo de voluntarios vinculados al Ayuntamiento que van allá donde les llamen (colegios, centros de mayores, bibliotecas...) a relatar historias a públicos de todas las edades. Para la ocasión, se acercaron María, Lida, Mercedes y Julián, que nos hicieron saber sobre la importancia de la narración oral y la palabra, arte que no debería nunca perderse y que ellos utilizan también para entrenar la memoria, entendida aquí como facultad mental, y prevenir el deterioro cognitivo. Cada uno de ellos contó un cuento que hizo las delicias de los allí congregados, especialmente de los más pequeños, que no perdieron detalle de lo que se contaba y de la manera tan especial como se hacía.

Y siguiendo con los mayores contamos con una presencia muy querida en el vecindario; nos referimos a Pepita, residente en la colonia del Pico del Pañuelo y una presencia habitual en la plaza de Rutilio Gacís. De hecho, cariñosamente se ha ganado el sobrenombre de "la Generala". Con ella, que está cerca de convertirse en centenaria, el compañero Rubén charló sobre algunos capítulos de su vida. Pepita vino acompañada de Delia, vecina con la que coincide en la Casa del Reloj.


Y llegando a la recta final del programa tuvimos otra conversación entre Johan y Ángel, hijo del propietario del desaparecido bar Manzanares, sitio en la calle Guillermo de Osma -frente a la iglesia- en el que cientos de trabajadores y vecinos del barrio comieron, bebieron e incluso bailaron o tararearon las canciones que sonaban en su rocola, esto es, la máquina de discos que en la bisagra de los años setenta y ochenta a cambio de una moneda te permitía seleccionar un tema y deleitarte con él. Mecidos por el siempre entrañable sonido del chasquido de la aguja al entrar en contacto con el surco de los discos de vinilo que formaban parte de la colección de aquel bar concluimos la mañana, rememorando anécdotas y recuerdos al ritmo de algunas de las voces favoritas de la clientela del Manzanares: Al Stewart, Demis Roussos, Roberto Carlos y hasta algún que otro cañonazo de aroma funk.
 

<< VOLVER A ENTRADAS