Antes de cada presentación del programa Imagina Madrid, una pregonera recorrió las calles cercanas anunciando nuestra llegada. Además de informar de lo que iba a suceder, la Pregonera recogió también sus impresiones de los barrios. Aquí, el relato que han escrito sobre la Plaza de Valdezarza:

La Ciudad de los Poetas nació hace cinco décadas sobre las huertas del norte de Madrid, planificada con criterios racionalistas y sociales, y recogió en los años 70 a una parte importante del movimiento contestatario del momento, llegándose a conocer como Rojonia. Ciudad moderna de torres sembradas entre jardines arbolados en una infernal trama hexagonal, esta parte sur del barrio de Valdezarza conserva un espíritu de barrio en cierta manera contrapuesto a su estética indistinguible de otros conjuntos residenciales contemporáneos.

La acción tuvo su comienzo y final en la conocida como plaza del Ahorramás, entre las calles de Antonio Machado, Sinesio Delgado y Valderrey. Esta plaza sin aparente nombre oficial guarda recuerdos de fiestas del barrio, de conciertos de cantautores barbudos y de correrías infantiles, pero hoy es más bien una colección de baches y escalones entre terrazas de bares de barrio donde los niños se afanan en no romperse la crisma.

Antes de comenzar, los Pregoneros pudieron entrevistarse con dos vecinas, miembras de la asociación local, que les ayudaron a definir el recorrido y les indicaron el contraste entre el barrio vibrante y dinámico que ellas vivieron en su juventud y el más aburrido presente, donde los jóvenes han de tomar la línea 7 hasta Canal o Islas Filipinas para disfrutar de su ocio.

A lo largo de su periplo por las calles de Valdevarnes, Valderrodrigo y Valderrey, los Pregoneros pudieron experimentar tanto la desorientación espacial como la extroversión de unos vecinos que en general no dudaban en responder ante el micrófono las preguntas sobre sus recuerdos acerca de la plaza del Ahorramás. Un imaginario colectivo compuesto de inmigraciones desde lejanos puertos de España a unas modernas torres rodeadas de descampados con cabras y ropa tendida entre los árboles, amores adolescentes en las fiestas del barrio, desafección por la fuente de la plaza ("me han llegado a preguntar si es el desagüe del Ahorramás") y luchas vecinales por el trazado de Sinesio Delgado. Mención especial para una señora cuyo hijo perdió una lentilla en la plaza y la encontraron al día siguiente partida en cuatro.

Fue un deambular zigzagueante y unos encuentros esporádicos. Los Pregoneros no volvieron a toparse con un grupo grande de gente hasta volver a la plaza, algo más animada al haberse calmado el calor. Había un notable consenso entre la vecindad sobre la urgencia de adecuar el espacio a los parámetros modernos de accesibilidad y seguridad. Los más jóvenes reclamaban fuentes practicables donde remojar sus diversiones. Aquellos en la edad del idealismo se quejaban de que les borraban los grafitis reivindicativos. Entre los usuarios de las terrazas, los compradores de última hora en el supermercado y las manadas de niños transcurrió la despedida.

 

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