Antes de cada presentación del programa Imagina Madrid, una pregonera recorrió las calles cercanas anunciando nuestra llegada. Además de informar de lo que iba a suceder, la Pregonera recogió también sus impresiones de los barrios. Aquí, el relato que han escrito sobre el Parque de Pradolongo:

El parque de Pradolongo, sito en el barrio del mismo nombre del distrito de Usera, es junto al de la Emperatriz María de Austria el gran pulmón del sur de Madrid. Inaugurado en 1983 por Enrique Tierno Galván, a lo largo del tiempo ha ido ganando fama como un sitio peligroso para los estándares madrileños.

La acción comenzó en el barrio de Orcasitas, que linda con el parque por el sur. Tiene Orcasitas una notable fama por su combativo movimiento vecinal, que en los años 70 supo dirigir la transformación de una zona de miles de chabolas en un barrio de edificios en altura con todas las dotaciones necesarias. El centro espiritual del barrio, de hecho, está en la plaza de la Asociación, donde se levanta la propia Asociación de Vecinos de Orcasitas, donde comenzó la acción.

La estructura urbana del barrio, formado por bloques exentos con pequeños jardines entre ellos, unida a las condiciones ambientales -ola de calor a finales de junio- provocaron la ausencia de grandes concentraciones de gente donde el Pregonero se siente más cómodo. A las ocho de la tarde pocos vecinos se atrevían todavía a salir de casa para solazarse a la sombra de los numerosos árboles del barrio. Las terrazas de los bares estaban bastante vacías y sólo algunos bancos estaban poblados por grupos de gente de todas las edades.

La primera parte de la ruta discurrió en los alrededores de la plaza de la Asociación, calle Gran Avenida, calle de Pradolongo y Plaza de la olidaridad. Algunos adolescentes relataron al Pregonero sus primeros e inocentes escarceos amorosos en el parque, sus botellones y sus partidos de baloncesto. Vecinos más veteranos guardan recuerdos más amargos: hallazgos de cadáveres y peligrosidad en general por la noche. Los ancianos se quejaron repetidamente de que desde que las fiestas del barrio se trasladaron al parque ya no van porque les queda lejos. En general, eran los más jóvenes los que consideraban el parque como algo propio y los viejos parecían tener más presente la frontera que representa la avenida de los Poblados.

La segunda parte de la ruta transcurrió en el propio parque de Pradolongo, tras subir por el camino viejo de Villaverde. Mucha gente en grupos acampados en el césped disfrutando de la tarde, bastante deportista de bicicleta o de zapatillas, multitudes de dueños de perros y sus correspondientes perros. Sin embargo, pese a una cálida recepción, halló el Pregonero menos recuerdos sobre el parque porque nadie parecía llevar mucho tiempo viviendo en los barrios colindantes, y no pocos habían acudido allí por primera vez.

A la hora de la despedida empezaban las casetas de la feria a atronar con sus altavoces, y de otro extremo venían los ecos de un concierto de rap.

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