“Frágil” es una de las palabras con las que Mikel R. Nieto, artista sonoro que nos acompañó en el paseo del agua y en los talleres posteriores, definía el proceso de nuestro trabajo. Entendemos esa fragilidad como el mayor de los halagos, confirmando lo delicado del proyecto, lo excepcional de los ejercicios propuestos y la generosidad de los cómplices que nos acompañan.

El 19 de mayo recorrimos el barrio de San Isidro en busca de arroyos desaparecidos, pozos tapados y fuentes anuladas, y encontramos hábitos y costumbres olvidadas, sustituidas por otras más modernas y convenientes, sin nostalgia, sin pensar que todas las costumbres del pasado eran mejores. Esperamos nuestro turno para beber de la fuente de la calle Gorrión. Nos guiaron en esta exploración voces del barrio que vivieron esos espacios y esas costumbres de primera mano, relatos y recuerdos que vamos recolectando poco a poco, grano a grano, en sesiones de grabación previas. Todas estas conversaciones formarán parte del archivo sonoro del barrio en el que estamos trabajando y que busca registrar la memoria oral y natural del barrio, para que no se olvide de dónde venimos y cómo éramos en un pasado no tan lejano. Seguras de que este pasado es una inmejorable fuente de inspiración para la futura intervención en el solar.

Descubrimos que Madrid es tierra de abundantes aguas, pero no por un río Manzanares que nunca ha sido caudaloso, sino por la gran bolsa de agua sobre la que se asienta la ciudad y que mucho tiene que ver con el origen de la misma. No olvidemos que el lema de nuestra ciudad es: “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”.

En nuestro recorrido escuchamos el sonido del curso de las aguas subterráneas y nos las imaginamos corriendo bajo nuestro solar.

Fue un paseo largo, tuvimos bajas, pero algunas de nosotras acabamos el paseo recorriendo el trazado del antiguo viaje del agua de San Isidro, que corre subterránea desde la ermita hasta el puente de Toledo. En otro tiempo esta canalización abastecía las huertas de la actual Colonia del Manzanares. Como recompensa, pudimos escuchar los murmullos del río Manzanares con hidrófonos.

En los talleres celebrados pudimos reflexionar sobre las políticas del agua, cuestionarlas, en nuestras ciudades y en nuestros cuerpos. Mikel nos invitó a traer esta reflexión al ámbito más íntimo, al cuarto de baño, donde las cuestiones de género también están presentes, especialmente en el espacio público: las mujeres nos sentamos, los hombres mean de pie y casi en cualquier lugar. Bebimos agua pública hasta saciarnos, grabamos el sonido de nuestras micciones sentadas, iguales, gestionamos de manera colectiva el momento oportuno para acudir al baño y Mikel nos regaló una exquisita sesión de escucha en la terraza de biblioteca Ana María Matute. Nos acercamos, oteando desde la copa de la biblioteca la cornisa madrileña al fondo y avistando en un primer plano el solar como presa, dispuestas a seguir acechándolo en próximas sesiones.

Esta experiencia reafirma la necesidad de seguir cuidando con mimo cada paso que damos en el desarrollo del proyecto, conscientes. Queremos seguir emocionándonos y arriesgándonos en este experimento colectivo.

Taller sonoro del agua

Juego Barcos

Descripción del Arroyo de Valdecelada

Las burbujas en el solar

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