Equipo artístico: María Dilemas (Inprozess), Daniel Torrego (LHRC) y Vivero de Iniciativas Ciudadanas [VIC]

A caballo entre la ficción distópica y el teatro del absurdo, y apropiándose de códigos cercanos a la zarzuela, Kópera, la ópera kolaborativa vallekana retrata la historia de una lucha comunitaria frente a los grandes poderes que manejan el Madrid del futuro. Un futuro en el que Vallecas cuenta finalmente con un puerto de mar, en una Europa sumergida bajo el agua del deshielo de los casquetes polares.

El argumento de la ópera se basa en las históricas luchas vecinales vallecanas por una vivienda digna de la década de los años 70 y 80. El espectáculo recupera así la memoria colectiva del barrio a la vez que realiza, desde la caricatura ácida, una lectura crítica sobre dinámicas urbanas ligadas a la especulación inmobiliaria y políticas habitacionales, los procesos de gentrificación y turistificación, los desplazamientos migratorios o los sistemas de control por parte de los poderes fácticos.

Hasta llegar al gran estreno, que congregó a cerca de dos mil personas una tarde de marzo de 2019, el trabajo de concepción, diseño y preparación de la ópera comenzó en enero de 2018. Tras tomar contacto con el ecosistema asociativo local, el equipo artístico llevó a cabo un cuidadoso trabajo de creación comunitaria junto con numerosas entidades sociales y profesionales de Vallecas.

Un proceso de investigación con entrevistas a colectivos y agentes clave permitió profundizar en la memoria colectiva del barrio acerca de las luchas vecinales en materia de vivienda y planificación urbanística y fue la base para la redacción del libreto. Para la creación de las piezas musicales se llevaron a cabo los arreglos de seis temas musicales vinculados a Vallecas. Una vez diseñado el marco argumental y musical, todos los vecinos y vecinas que quisieron sumarse a la construcción colaborativa de la ópera –muchos de ellos residentes en la Torre de San José- se articularon en diferentes grupos de trabajo. Actores y actrices tanto profesionales como amateurs encarnaron a los protagonistas de la historia junto con un coro de más de cincuenta personas.

Además, al tratarse de una representación itinerante —una ópera en tres actos desarrollada en tres lugares adyacentes— se requirió la presencia activa del público, que se sumergía en una fábula crítica mientras descubría de escenario en escenario un espacio urbano con singulares elementos arquitectónicos y fantásticas vistas sobre la ciudad.